sábado, 14 de diciembre de 2013

LA FUNDACIÓN DE ROMA Y LA MONARQUÍA




Situada en el extremo noroeste del Lacio, la ciudad de Roma fue producto de un proceso de sinecismo, agrupación, entre las aldeas situadas en las siete colinas que componen la ciudad, en el tránsito entre la edad del Bronce y la del Hierro. Aunque este territorio ya fue habitado desde el Paleolítico, no será hasta el 800 a.e. cuando se observe un verdadero cambio, a nivel arqueológico, desde esas aldeas primitivas hacia un núcleo urbano como tal.

En cuanto a la fundación de la ciudad existen una serie de leyendas, de origen griego y romano, que pretenden aportar datos en un momento en que Roma ye se iba imponiendo como gran potencia en el Mediterráneo. La cultura griega es la primera en preocuparse por introducir a la ciudad en el continuum histórico sirviéndose de la figura del troyano Eneas que, tras la pérdida de su patria, llega a la península Itálica. Por su parte, los romanos buscaron aportar unos orígenes autóctonos por medio de la leyenda de Rómulo y Remo, que habrían fundado la ciudad de Roma en el 753 a.e. Habrá que esperar hasta los Orígenes de Catón (234 – 149 a.e.) para observar una verdadera organización del pasado mítico romano al enlazar ambas leyendas por medio de la dinastía albana y la inclusión del pueblo aborigen.

Hoy en día, está aceptada la tradición que adscribe a los orígenes romanos una organización política monárquica gracias a una serie de materiales arqueológicos, así como al mantenimiento de una titulatura relacionada con la figura del rex. La organización política se caracterizaba, por tanto, por un rex, con adscripciones bélicas y religiosas, asistido por el Senado y las asambleas (Comicios Curiados). La lista de los reyes incluye un total de siete nombres legendarios, aunque muchos investigadores desconfían de la lista real no sólo por el hecho de que recorre unos 245 años, sino por la asignación a cada figura de funciones específicas.
De esta forma, al fundador Rómulo se le adscribe la organización política de la urbe: la creación de un Senado con cien patres y la división del pueblo en curias; así como el aumento de la población por la apertura de un asilo y el rapto de mujeres sabinas, que inició un conflicto que finalizó con la corregencia de Rómulo y Tito Tacio. A su sucesor, Numa Pompilio, se le adscribe la organización religiosa de la ciudad conforme a un calendario y a unas instituciones. Tulio Hostilio iniciará la política expansionista, mientras que Anco Marcio representaría “la paz y los valores económicos”. Durante este periodo, la organización social romana era gentilicia, con la gens y la familia como elementos básicos, y patriarcal, con el pater familias a la cabeza. Asimismo, también cabe destacar la existencia de clientelas en las que el patronus establecía vínculos de fidelidad, fides, con sus clientes. La ciudadanía estaba dividida en tres tribus de diez curias cada una por motivos militares: cada curia aportaba 100 infantes y 10 jinetes al ejército.
A la muerte de este último, acceden al trono un total de tres reyes de origen etrusco que marcarán el fin de la monarquía. Tarquinio Prisco continuó la política de expansión, erigió la Cloaca Maxima, el Circo Máximo y amplió el Foro. Servio Tulio será el artífice de la constitución severiana: crea cuatro tribus territoriales urbanas y dieciséis rurales y organiza a los ciudadanos en clases patrimoniales por centurias que se reunían en los Comicios Centuriados (quedan excluidos los proletarii por no participar en el ejército). Por último, Tarquinio el Soberbio, considerado como un tirano, fue destronado tras una conjura palaciega y supuso la instauración de la res publica en el 509 a.e.

Esperamos volver a veros Junto al Tíber.

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