Situada en el
extremo noroeste del Lacio, la ciudad de Roma fue producto
de un proceso de sinecismo, agrupación, entre las
aldeas situadas en las siete colinas que componen la ciudad, en el tránsito
entre la edad del Bronce y la del Hierro. Aunque este territorio ya fue
habitado desde el Paleolítico, no será hasta el 800 a.e. cuando se observe un
verdadero cambio, a nivel arqueológico, desde esas aldeas primitivas hacia un
núcleo urbano como tal.
En cuanto a la
fundación de la ciudad existen una serie de leyendas, de origen griego y
romano, que pretenden aportar datos en un momento en que Roma ye
se iba imponiendo como gran potencia en el Mediterráneo. La cultura griega es
la primera en preocuparse por introducir a la ciudad en el continuum histórico sirviéndose de la figura del troyano Eneas que,
tras la pérdida de su patria, llega a la península Itálica. Por su parte, los
romanos buscaron aportar unos orígenes autóctonos por medio de la leyenda de
Rómulo y Remo, que habrían fundado la ciudad de Roma en el 753 a.e. Habrá que
esperar hasta los Orígenes de Catón
(234 – 149 a.e.) para observar una verdadera organización del pasado mítico
romano al enlazar ambas leyendas por medio de la dinastía albana y la inclusión del pueblo aborigen.
Hoy en día, está
aceptada la tradición que adscribe a los orígenes romanos una organización
política monárquica gracias a una serie de materiales arqueológicos, así como
al mantenimiento de una titulatura relacionada con la figura del rex.
La organización política se caracterizaba, por tanto, por un rex, con adscripciones bélicas y
religiosas, asistido por el Senado y las asambleas (Comicios Curiados). La lista
de los reyes incluye un total de siete nombres legendarios, aunque muchos
investigadores desconfían de la lista real no sólo por el hecho de que recorre unos 245 años,
sino por la asignación a cada figura de funciones específicas.
De esta forma, al fundador
Rómulo se le adscribe la organización política de la urbe: la creación de un
Senado con cien patres y la división
del pueblo en curias;
así como el aumento de la población por la apertura de un asilo y el rapto de
mujeres sabinas, que inició un conflicto que finalizó con la corregencia de
Rómulo y Tito Tacio.
A su sucesor, Numa Pompilio, se le adscribe la organización religiosa de la
ciudad conforme a un calendario y a unas instituciones. Tulio Hostilio iniciará
la política expansionista, mientras que Anco Marcio representaría “la paz y los
valores económicos”.
Durante este periodo, la organización social romana era gentilicia, con la gens y la familia como elementos básicos, y patriarcal, con el pater familias a la cabeza. Asimismo,
también cabe destacar la existencia de clientelas en las que el patronus establecía vínculos de fidelidad,
fides, con sus clientes. La
ciudadanía estaba dividida en tres tribus de diez curias cada una por motivos
militares: cada curia aportaba 100 infantes y 10 jinetes al ejército.
A la muerte de este
último, acceden al trono un total de tres reyes de origen etrusco que marcarán
el fin de la monarquía. Tarquinio Prisco continuó la política de expansión,
erigió la Cloaca Maxima, el Circo Máximo y amplió el Foro. Servio Tulio será el
artífice de la constitución severiana:
crea cuatro tribus territoriales urbanas y dieciséis rurales y organiza a los
ciudadanos en clases patrimoniales por centurias que se reunían en los Comicios
Centuriados (quedan excluidos los proletarii
por no participar en el ejército). Por último, Tarquinio el Soberbio,
considerado como un tirano, fue destronado tras una conjura palaciega y supuso
la instauración de la res publica en
el 509 a.e.
Esperamos volver a veros Junto al Tíber.
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